martes, 27 de septiembre de 2011

Terapias con tu ex

Que “el primer amor nunca se olvida” es una realidad con la que nosotras las mujeres aprendemos a convivir desde el primer momento en que nos damos cuenta que entre nuestras piernas hay un sexo que nos diferencia. El problema aparece cuando el “primer amor” de tu vida es un pendejito boludo que aparentemente lo único que hace a la perfección es reaparecer cada tiempo indeterminado y cagarte el poco avance terapéutico que habías logrado en aproximadamente 4 años de psicoanálisis.  Y se que debo sonar reiterativa y se deben preguntar porque una insiste si de primera no funciono?Bueno, sepan entender que no todo es tan lógico o predecible como parece. No se confundan, nosotras sabemos que el papel de ingenua lo fumamos nosotras y que la que debería (por mas que no lo haga) poner un límite  es una, el gran dilema que enfrentamos es que a veces necesitamos algún forrito que nos lastime para olvidarnos de las otras tantas cosas, es decir las cosas que realmente importan en la vida, que tenemos en la cabeza y valorar al buenudo que tenemos al lado, y ahí es cuando estos adorables hijos de puta roban el protagonismo.
Yo se que me hiciste mierda, me humillaste hasta lo inimaginable y me cosificaste en todas las maneras habidas y por haber, pero el estar con vos me hace darme cuenta el bajo nivel al que llegue para haber tomado la triste decisión de cogerte otra vez! Por mas traumático que sea el momento y el asco que me genere el roce de nuestros cuerpos desnudos (dejando de lado los recuerdos de esas sufridas noches de verano en las que me bañabas con tu sudor), llegue a la conclusión de que media hora en la cama con vos (impulsada por grandes cantidades de alcohol y cualquier droga que se interponga en mi camino), me es igual de redituable que un año de terapia. Para que seguir insistiendo en pagar el co-seguro cuando lo único que necesito para que me invites a tu casa es mostrarme vulnerable e insegura…  

lunes, 5 de septiembre de 2011

El chico de la pileta

Después de un largo periodo de aburrimiento total, de idas y vuelas con ex repetidos y del paso incesante de hombres sin sentido por mi vida apareció finalmente un nuevo desafío personal. Soy muy competitiva y los casos difíciles me excitan terriblemente, pero este mas que difícil era prácticamente una misión imposible.  Me fui a enganchar con un pibe que veo entrenando natación… vamos nenaa!
La cuestión es que desde que vi a este pibe empecé a hacer todo lo que estaba al alcance de mis manos, pero a decir verdad hacerme la sexy con gorra y antiparras no me es muy fácil que digamos… Empecé a probar diferentes tácticas, para que vea que debajo de todo ese mamarracho había una especie de mujer. Entraba a las clases con el pelo suelto y sacudía la melena, pero después me daba cuenta que el no estaba. Elongaba dejándole mis atributos a su total disposición, pero el estaba muy concentrado mirando para otro lado. Hasta deje que la maya me marque los timbres con tal de llamar su atención… Y NADAA! Pero lo peor es que a esta altura ya me había logrado levantar a media pileta, el guardavidas que cada vez que yo llegaba me acosaba con la mirada, el profesor que me mandaba mensajes invitándome “a correr” y los otros hombres que nadaban que me invitaban a hacer pre con sus amigos, pero con el no pasaba de un saludo y nada mas. Frustrada ya, a punto tal de pensar que el fracaso capaz no era tan malo decidí probar una cosa mas, mi última jugada. El papel de femme fatale me habia fallado totalmente, solo me quedaba probar con mi verdadero yo… es decir con el macho encubierto. Finalmente y después de un arduo trabajo de campo logre que este individuo se dignara a invitarme a salir, estaba en la gloria. ¿Habia  llegado (finalmente) a mi a un hombre que lograba dejarme sin palabras? Mas tarde esa noche confirme que no solo me dejaba sin palabras, sino que era capaz de hacerme sentir virgen e ignorante de nuevo. Porque cuando llegue a los pantalones y vi ese pedazo de anaconda me quede atónita, la mente se me puso en blanco y empece a temblar. Literalmente, pensé que me moría.